·^07 setiembre, 2005^·

Moral y buenas costumbres

[014]
La encerraron en una habitación, atada a ala cama.
Cada día entraba un hombre, siempre el mismo.
Al cabo de algunos meses, la prisionera quedó embarazada.
Entonces la obligaron a casarse con él.
Los carceleros no eran policías, ni soldados. Eran el padre y la madre de esta muchacha, casi niña, que había sido descubierta cuando se estaba besando y acariciando con una compañera de estudios.
En Zimbabwe, a fines de 1994, Bev Clark escuchó su relato.